26 oct 2010

Divagaciones lejos de Praga



El resplandor de la luna comenzó a ocultarse tras las grandes nubes grises, la temperatura descendió al tiempo que las olas amenazaban con tocar sus pies.
A lo lejos una figura se abrió paso lentamente através de la arena. Cuando llego ante el, este lo invito a tomar asiento en un gran tronco varado en la playa.
El silencio hizo eco en la noche al momento que las 2 personas permanecen sentadas. El más anciano, aquel que esperaba la llegada del otro, lo interrumpió y comento:
-De niño mi padre me traía a esta playa, claro, yo prefería los veranos en Praga pero aun así son lindos recuerdos.
Su joven oyente asintió con la cabeza, mostrándose un tanto incomodo y dudoso de la importancia de aquel comentario.
Rápidamente el más anciano nota la sensación del otro y exclamo:
-Supongo que eso no es un dato importante en tu reportaje, solo quería comentarlo.
Para después comenzar a relatar.
Él era un burócrata con zapatos pulidos y traje, del tipo que se para rector y firme a la hora de checar tarjeta. Un engrane de la maquina, con esposa e hijo. La imagen viva de la utopia comunista.
Fue en el 78, cuando su puerta cayó gracias a los botines de la policía del estado. Los días pasaron sin contarse en un pequeño cuarto oscuro. Él, sentado, solo, abstracto, con la posibilidad de pensar en mil cosas para solo asentar su mente en donde esta su familia.
Su mente se estancaba en el rostro de su pequeño hijo, casi un bebe, y la belleza de su esposa. Ese fin de semana habían decidido visitar a la familia de su esposa a una cabaña que tenían cerca del lago. El trabajo una vez mas lo absorbió y decidió dejarlos partir.
Un día, la puerta se abrió y la luz lo cegó. La situación se resolvió con una disculpa al conocerse el grado que tenia en el gobierno.
Corrió, corrió como si el mundo se derrumbada a cada paso. Al llegar, noto el paso de los militares y policías. Papeles regados, muebles rotos y el vacío de una casa. Tomo el teléfono y marco. Cada bip era asfixiante. Colgó y marco una vez mas, volvió ahogarse con su preocupación. No había respuesta, la cabaña en el lago estaba deshabitada.
Se movilizo a al sede del partido. Tras horas de hablar con colegas por fin hubo una respuesta. La familia de ella formaba parte de los disidentes. Al escucharlo solo pudo responder con un suspiro.
Se retiro convencido de que no había anda que hacer. Aun resonaba en su cabeza las palabras de su colega “Tu hijo será dado en adopción y sobre tu esposa, ella seria liberada a su tiempo” cuando se sentó en el banco de un parque, pensando en la promesa intangible de reencontrarse con su familia.
- Lo siento mucho, de verdad, interrumpió el joven al tiempo que fríamente lo miraba a los ojos, el anciano le devolvió la mirada de la forma más gentil y amorosa posible.
El joven pregunto acerca de lo que hizo después, ala vez que ofrecía un cigarrillo, el lo rechazó.
Nada, nada pude hacer y nada hice, tomé lo que quedo de mi vida y seguí con lo planeado. Respondió.
Efectivamente, el más viejo siguió con su vida. Funcionando perfectamente, trabajando igual o más laboriosamente que antes. Poco a poco reconstruyo su vida, hundió su pasado e incluso llego a convertirse en primer ministro. Fue todo un ejemplo del sistema. El pequeño burócrata puede convertirse en primer ministro.
-¿Y la guerra? Pregunto intrigado el joven acercándose un poco mas.
-No fueron los mejores tiempos, cada muerte pesa en el alma, más de una vez he puesto mis ojos en el espejo y preguntado sobre si habré obrado bien. Este, siempre me contesta que si, no debía darse clemencia a nadie, el país necesitaba mano dura y el destino quiso que mi puño fuera el que impusiera el orden.
Al escucharlo el joven se impaciento. Escuchaba atento, pero al mismo tiempo, jugueteaba con un objeto que tenia en el bolsillo de su abrigo. La respiración se entrecorto al recordar a su pueblo siendo tomado por soldados. Cada casa revisara, la violencia, las balas, el fuego y la sangre esparcidos por el poblado. Las entrañas se quebraron y varias ráfagas surcaron el aire. El silencio se ahogo con la calma que produce un revolver enfriándose tras mucho tiempo de esperar a su presa.
Tomo su tiempo para asimilar el éxito de su misión. Con una sonrisa arrastro el cadáver y dejo que se volviera uno con el mar.
Horas de viaje después el joven entro a una casa y fue recibido por un grupo de personas. La intriga en sus rostros fue respondida por la sonrisa que en al cara del joven se dibujo.
La fiesta que recién comenzaba lo envolvió. Felicitaciones, gritos y llantos se transformaron en un solo grito.
-Valentín nuestro héroe.
En ese mismo instante a kilómetros de distancia, cerca del fondo del mar, una carta se escapó del bolsillo del viejo. En ella, a pesar de que el agua salda había diluido parte de la tinta, aun se podía leer:
Para mi amado hijo “Valentín”. Lo siento por el tiempo perdido. Espero que te haya gustado la sorpresa
Juntos, carta y dueño, flotaran por siempre sabiendo que la historia es difícil de rescribir.

No hay comentarios:

Publicar un comentario